miércoles, 28 de enero de 2009

para que no se me olvide

M. tiene 79 años
y una casita muy pequeña en Lavapiés.

Dice que le gusta el café
y la gente que escucha.

Se acuerda del mar
pero no lo ve desde los 13 años.
Fue cuando murieron sus padres
y la llevaron a un colegio de monjas
que le hacían llorar.

'Yo antes iba a la iglesia,
pero cada vez soy más descreída, la verdad.
Eso que cuentan los curas son tonterías.
El cielo y el infierno lo tenemos en Madrid...'

Ha trabajado mucho,
y cuando las cosas fueron muy mal
tuvo que dormir en la calle.
Se le empañan los ojos
y me dice que eso no es fácil de entender.

Estar sola en el mundo
y que nadie te ayude,
que nadie te salve...

Se ha comprado un sofá-cama
por si alguna vez encuentra a alguien dispuesto a vivir con ella.
Ofrece un techo
a cambio de compañía.

'Pasaron los años y no me casé,
y tampoco tuve hijos...'

A mí me repite
que me enamore de un buen hombre
con la cabeza bonita.

domingo, 25 de enero de 2009

no es un domingo más, o sí



Tengo dos verdades esta mañana:
Bajé a comprar naranjas en pijama
y no me queda mucho más que decir.

miércoles, 14 de enero de 2009

tengo atrasadas unas cuantas entradas, os hago un resumen



Vivir, cosa que tú no conoces porque es pudrirse,

vivir corrompiéndose importa mucho.
Un vivir seco: un vivir esencial.
C. Lispector.


Trabajar sirviendo café
me enseñó a mirar mucho
y a dar buenas propinas.

No se me caen los anillos.

Tengo una vida cualquiera
pero no dejo escapar los brillos extraordinarios.
Me gusta darme homenajes.
Claro.

¨¨¨¨¨¨¨¨

Hay pistas nuevas,
lo suficientemente palpables
para latir a buen ritmo.
Me dicen que las cosas van a cambiar muy pronto.
Yo me lo creo.
Pero asusta decir en voz alta los deseos
por si acaso estallan
antes de existir.


¨¨¨¨¨¨¨¨
Ayer
empezó a nevar tras los cristales.
La capilla del aeropuerto estaba cerrada con llave.
V. voló en un vuelo capicúa.
Se respiraba una cierta melancolía dulce
por la mañana.

domingo, 4 de enero de 2009

De veras, no dejo de hacer buenos propósitos



- Pero... ¿de qué tienes miedo?

a veces sobrecoge un poco
que los desconocidos te calen a primera vista.
Si me viera desde fuera
no pensaría de mí que soy una chica asustada.

Me pinto las uñas naranja-mandarina
y me aprieto el cinturon
para andar erguida y segura.

Fíjate en mis ojos,
no soy tan mala actriz.

Voy necesitando mi dosis de drama
o de corazón roto,
pero todo sigue estando
relativamente en su sitio.

El martes voy al aeropuerto a recoger a V.
Qué emoción que vengan a verme
desde otro país más frío.

he vuelto a tejer la bufanda del invierno pasado.
Es la bufanda interminable.
Ya mide casi dos metros
y es muy terapeútica.
Cuando las cosas me van mal
la deshago hasta la primera raya roja,
para empezar de nuevo,
de otro modo.

Hay que sanar desde la raíz,
eso está claro.