otra vez las ganas de
escribir.
como de fumar o de subir a una azotea.
sin televisión que suene de fondo
ni lluvia
ni cafetera silbando en el fuego,
leo historias de cuando Joyce era un
crío
y el bus se llena de esa niebla
que imagino
baña Dublín por las noches.
he perdido la cuenta de las ciudades a
las que me imagino llegando con maletas.
he perdido la cuenta de las llaves que
llevé en el bolsillo,
de los ritos antes de subir la escalera,
de las ventanas que dejé abiertas para
sentir
el frío azul
cuando amanece
llévame a una ciudad donde podamos
bailar por las noches,
caminar borrachas por la calle,
comprarnos sombreros como los de Nora Barnacle,
cambiarnos el nombre para los
desconocidos.