lunes, 16 de abril de 2007

Cáceres


Hacía tanto que no iba por allí, que la carretera ya no pasa por aquel pueblo con el geriátrico junto al club de alterne.

Vi una ciudad que conozco como la palma de mi mano, pero con la apariencia de haber sido recubierta por un barniz dorado, tostadito... será el sol, que hacía tanto que no lo veía bañar esas piedras.

Las calles me hicieron tropezar con caras conocidas. La Plaza Mayor me trajo a F. comiendo una manzana. La taberna resultó seguir donde la dejé, y aún me guardan un sitio para tomar unos vinillos blancos.

Después llegó todo esto, y dormir en un saco rojo, sobre una colchoneta amarilla, dentro de una tienda de campaña azul y gris, en un mar de colores de todas esas miles de personas que bailaron y bebieron y rieron y durmieron (o no) a mi alrededor...

Los viajes fueron muy largos. El de ida me dio la oportunidad de darme un paseino por Sevilla, por Triana. El de vuelta me regaló el sol de un domingo por la tarde para digerir momentos.

La compañía, la música, el regreso, las piedras, el vino, las causalidades... todo me lo quedo, me lo guardo, me lo aprendo de memoria. Es que seré una de esas abuelas que cuentan batallitas.

Pero de momento, os lo cuento a vosotros, aún con la piel de gallina, los brazos morenitos y estas benditas ojeras...

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Uff!! esta fue toda una experiencia, si duda. Me alegra tu dorado y crujiente regreso, melodiosamente silente. (En realidad, conozco a pocas personas que saben hacer melodías de sus silencios.)

Besito salado

Verónica R dijo...

ahhhhhhhhhhh que rico.. ya decía yo.. ha de estar en Cáceres...


unso labios apretados para ti,

V.

Crisis dijo...

wow... guarda esas experiencias en saquitos para que no se pierdan, para que no se olviden, porque al final de todo, o durante el camino cuando tropieces y todo parezca oscuro las recordarás y sentirás que las cosas son un poquito mas claras, que tienen luz...

las acampadas suelen ser divertidas, me hiciste recordar las mías y ahora tengo ganas de tostar mi piel asi como tu... ahora que en Tenerife salio el sol, quizas haga alguna escapadita :)

sigue dandome conversacion que yo me sentare a tu lado a escuchar....


chau

Eva dijo...

A mí Cáceres es una ciudad que no consiguió robarme el corazón, pero un viajecito corto con ese plan es estupendo. Feliz regreso y vuelta a la rutina.
Un beso.

Alice ya no vive aquí dijo...

Echo de menos esos viajes, pegarme sensaciones a la piel, romperme en pedacitos de emociones, llenarme y vaciarme en un mismo instante, compartiendo, disfrutando...

Hasta aquí llega tu sonrisa :-)

Millones de besos, preciosa

Anónimo dijo...

Aylén, una experiencia que repito año tras año y que siempre me sorprende aún más. :-) Melodías con silencios. Eso suena precioso de tu boca. Un besote

Cloe, reina, me tocaba volver aunque sea un ratino, ya era hora :-) Un beso grande, espero que estés bien, niña

Crisis esos viajes se guardan en recovecos del alma, lo sé porque de vez en cuando suelo tropezar con recuerdos que me alegran los días, y me hacen recordar a gente, cantar canciones o brindar desde lejos :-) me gusta dormir en el campo. Despertarte cuando sale el sol. El frío, el dolor de espalda y las hormigas, se olvidan cuando amanece ;-) anímate a esa escapadita. Me gusta que te sientes a escuchar. ¿Un tesito?

Carmen dijo...

Mi sire, yo no sabía cuanto quería esa ciudad hasta que hice las maletas y me largué. Ahora cada vez que vuelvo me da pellizquitos en el corazón… menos mal que en este viaje llevaba antídotos perfectos contra la melancolía. Un beso enorme, cielo.

Alice, mi niña, volver a casa hecha trizas, con un cansancio físico infinito, pero sintiéndote tan viva por dentro. Los bailes bailados no nos los quita nadie. Ni los soles sentidos, las risas y el vino… Me alegra que recojas la sonrisa que te mando, y el guiñito de ojos que te mando, por entenderme tan bien ;-) Un abrazo, princesa