jueves, 27 de noviembre de 2008

Mi madre me llama mucho para decirme que me abrigue bien


me voy comiendo el postre de camino al metro
porque sigo sin acostumbrarme al horario de tarde,
aunque no haya tenido otro en mi vida,
ni siquiera en la facultad.

Se me echa el tiempo encima
después de ponerme el abrigo
y salgo pitando,
fruta en mano,
en busca de la linea amarilla.

Hay un kebab de unos ecuatorianos.
Eso siempre me ha hecho mucha gracia.
Pues bien, justo en la puerta del bar
se formó un remolino de hojas secas,
y yo que iba volando,
lo atravesé sin darme cuenta.
Me levantó el vestido
y me tapó la cara con la bufanda.
Fue una imagen de lo más ridícula. Lo reconozco.
Me fui riendo hasta el trabajo.
Y cuando llegué
y me quité el abrigo,
un par de hojas secas cayeron al suelo.

Sé que suena muy cursi.
Pero es que me pasó de verdad.
Y a mí me pareció una señal increíble
de que este otoño todo anda revuelto dentro mío,
y sin embargo,
me encanta.

Hoy a venido a casa D.
porque se quedó sin llaves y no tenía donde ir.
Ella está viviendo una etapa mucho más difícil.
Madrid empieza a marearla.
'Todo supone tanto esfuerzo' - me dice.

Y es verdad.
Agota.
Lo que pasa es que yo me enamoré mucho y muy bien
y tendrían que pasar muchas cosas feas
para dejar de querer a esta ciudad.

8 comentarios:

claradriel dijo...

Yo también me enamoré, mucho, pero pasaron un montón de cosas feas... qué difícil, Carmen.

Raúl dijo...

Divertidisima y muy gráfica la metáfora del remolino de viento.
Un blog encantador, el tuyo.

Isabel dijo...

A nosotros nos resulta inevitable enamorarnos de tus palabras,tan llenas de emociones,sinceridad y naturalidad,amiga.
Que los próximos vientos te sean propicios.
Abrígate,abrígate;-)
Mi abrazo,amiga.

hans k dijo...

ahora lo entiendo todo; si es la línea amarilla que yo pienso pasa por delicias... normal que te enamores :)

carmen dijo...

esa foto, es la calle olmo?
enamorarse, qué bueno.

El corazón del pirata dijo...

Cómo te entiendo... yo también me enamoré de Madrid. Pero, hay que tener cuidado con ella, sobre todo en otoño -que es cuando más bonita está-.

Me encanta tu blog.

Ra dijo...

La foto es de las zapatillas que están colgadas en una calle perpendicular bajando por la Calle Olivar? creo que la primera o la segunda bajando de Tirso de Molina....ummmmm..... qué cerquita vivimos Pasitos...

Esta ciudad se deja querer, es muy facilona y quien no lo ve, que se quite la venda!

Gracias por tus palabras.

Anónimo dijo...

A veces la vida es cursi, y así es perfecta.

Oye, oye, que voy este finde a Madrid, a comprarme jerseys gordos y un bolso cool, a ver a Rembrandt en el Prado, a hacer el amor.

Quizá nos crucemos en alguna línea de metro, extremeña. Muak muak