
hay un par de sitios en Madrid
a los que me voy sola
cuando los días se me atraviesan.
Ayer pasé por los dos.
Siempre pensé que mezclarse con los turistas
era una buena técnica de escapismo.
Hoy he salido a la calle
como quien pisa el campo por primera vez en mucho tiempo,
hundiéndose en la tierra roja
humeda, viva.
No sé, respirando.